El mundo del aprendizaje me parece fascinante, cada vez más valoro eso como una faceta de mi vida que me aporta una riqueza interior que no se puede medir con dinero. Una de las cosas que me fascina es esa sensación de como un libro te lleva a otro y este a otro… a menudo de un buen libro sacas referencias a varios libros más. Una consecuencia de ello es que el número de libros que quieres leer crece a velocidad exponencial conforme más libros lees. Es algo así como adentrarse por la madriguera que lleva al país de Oz y puede llegar a ser un poco desconcertante. Los libros empiezan a acumularse y tienes la sensación que jamás llegarás a leer todo lo que tienes en «pendiente».

En todo este proceso también influyen las personas que vamos encontrando por el camino. Gente con la que debatimos y con los que en algunos casos «intercambiamos inteligencia». Este artículo es una forma de hacer un pequeño homenaje a una de esas personas que he tenido la suerte de cruzarme.

En un pueblo de Guadalajara llamado Mondejar, casi escondida en un soportal de una pequeña plaza típica castellana, podemos encontrar la Librería Cervantes. Una ubicación perfecta, pareciera donde Alonso Quijano compraba las novelas de caballerías. Se trata de un pequeño local, tan pequeño como encantador, para la inmensa cantidad de libros que puede proporcionarte. Conozco a su gerente David desde hace muchos años y siempre me ha parecido un ejemplo paradigmático de lo que uno puede esperar de un castellano, sobrio, sereno, y tan honesto como leal. Creo que en cierta medida me aporta equilibrio y pausa a un carácter tan levantino como el mío, por eso disfruto de debatir con él.

A David lo conocí casi al principio de Internet en una de las primeras redes sociales que salió (en 2005, mucho antes de Facebook). El administraba un grupo de actualidad política de España y yo uno de actualidad sociopolítica en general y ambos participábamos del grupo del otro. Con el trascurso de los días y de los post nos fuimos haciendo amigos, es una persona con la que da gusto debatir. Esa amistad se fortaleció cuando empezamos a colaborar en proyectos comunes en Internet donde fue un activo muy valioso, más que eso, una pieza clave. Cuando me enteré que tenia una librería inmediatamente sentí la necesidad de hacerle una visita.

Un tiempo después tenía que hacer un viaje a Madrid por motivos de trabajo. Suelo viajar con tiempo de sobra por si surgen imprevistos o por si me cruzo un queso bueno y requiere la ocasión una pausa ex profeso. En este caso opté por invertir mi tiempo sobrante en hacer una visita a mi amigo y pasarme por su librería. Acertadísima decisión.

Empecé a pedirle libros casi de casualidad. Estaba desesperado buscando algo en concreto que era casi imposible de encontrar y se me ocurrió preguntarle. Al día siguiente me lo había resuelto, estaba sorprendido la verdad. Un librero debe tener ciertas virtudes, en cierta forma no es distinto de un buen barman, conocer a tus clientes y saber lo que les gusta es una parte muy importante del trabajo. Además debe hacer una especie de función de guía, no es tanto una persona que te quiere vender un libro como alguien que te ayuda en el camino de encontrar respuestas. Esto implica tener un gran conocimiento de las novedades editoriales pero también de los clásicos, el buen librero termina sabiendo sobre gran variedad de temas. Eso hace de los libreros personajes interesantes muy a menudo. Aunque no compartas sus ideas siempre se pueden aprender muchas cosas de ellos.

A lo largo de los últimos años he comprado una gran cantidad de libros, casi diría que es una de las cosas a las que más recursos económicos destino. No le hago ascos al libro digital si bien no es comparable a la sensación de un buen libro impreso, compro libros donde los encuentre, tiendas, rastros, ventas entre particulares…

No obstante siempre que necesito consejo o que me encuentren algo en particular no lo dudo, acudo a David. Me da la sensación de seguridad que voy a obtener lo que busco y eso para alguien que busca respuestas tiene un valor incalculable. Creo que en estos tiempos de multinacionales y grandes compañías hay que reivindicar la calidad del comercio que te ofrece un trato cercano y personal, una experiencia mas allá de un producto.

Llevo bastante tiempo documentándome sobre la Segunda República y la Guerra Civil, es un tema que me interesa especialmente y hay tanta bibliografía (mas de 50.000 libros publicados) que muchas veces es complicado saber por donde seguir. Resulta difícil encontrar los libros adecuados con tantas publicaciones que a menudo se contradicen entre si. Justo acababa de leer arqueología de un mito de Severiano Delgado Cruz (Ed. Sylex) y me había despertado muchos interrogantes sobre la posición de los intelectuales y la tercera España.

Hablando con David sobre los últimos títulos que me había mandado le comenté los interrogantes que se habían planteado en mi cabeza a raíz de la lectura de este libro. Y ahí es donde se nota el oficio. Me comentó de un libro que no conocía que quizá me podía interesar, las armas y las letras de Andrés Trapiello.

Es un libro interesantísimo que analiza el impacto del conflicto en la literatura española recogiendo la posición y evolución de gran número de escritores. Tiene la gran virtud de ofrecer un panorama rico en matices, superando los blancos y negros tan lamentablemente habituales, y aportando una amplia gama de tonos grises. Esta obra es profunda y te hace pensar mucho sin dejar de ser amena, incluso te hace reír en más de una ocasión.

Las armas y las letras me ha aportado en gran medida lo que estaba buscando y me ha resultado de muchísima utilidad para tener una mejor perspectiva del contexto. Esa visión a través de los intelectuales y su evolución es mucho mas dinámica que el planteamiento de posiciones estáticas que nos presentan a menudo. Es un ensayo muy recomendable y que necesitaba leer para seguir evolucionando en mi comprensión del tema.

Es ese justamente el valor añadido que aporta tener un librero de confianza en lugar de comprar en cualquier gran superficie o distribuidor digital. Para quien valora el trayecto tanto o más que la meta es un activo inexcusable. Además por el bien de la cultura y de nuestro idioma los negocios como la Librería Cervantes y las personas como David es necesario que existan. Quienes amamos el conocimiento tenemos un compromiso con ellos. No lo olvides la siguiente vez que quieras comprar un libro.

Librería Cervantes